Cuando abrí los ojos fue como salir de la mas oscura habitacion y liberado de la mas fuerte opresión
Ni para reposo quise cerrar de nuevo mis ojos por temor a caer de nuevo en tan profundo vacio de donde por virtud divina había salido.
De mi esposa, fue su rostro lo primero que vi, estaba su cara sobre la mia, inundada de alegría y lagrimas resbalando por sus mejias. Me miro como se mira, a uno que, de estar perdido ha regresado y de muerto ha vuelto a la vida, en sus ojos un destello a veces de felicidad y a veces una mirada extraña como cuando se vuelve de la aceptacion hacia la negociacion.
Vino a mi mente como un rayo que no pude evitar, el recuerdo del rostro de mi madre elevando plegarias al cielo, al volver yo a la vida despues de aquel fatal accidente cuando contaba con escasos 15 y toda la imprudencia de adolescente.
En este momento no entiendo lo que ha acontecido, solamente que estaba muerto y a la vida he regresado.
Con las horas se fue aclarando mi mente despacio y no sin dificultad, vinieron una por una las imagenes a inundar mi recuerdo.
Recordé que caminaba por una calle de Santa Tecla, cuando una señora a la distancia que con baston se desplazaba, sin piedad fue atacada por un perro feroz y endiablado que, soltandose de las debiles manos de su dueña, sobre la pobre anciana furioso se lanzaba, depues de haberla atacado la sangre rapidamente brotaba, sin pensarlo me lancé para ayudarla al ver que la dueña del animal no reaccionaba. Yo no sabia que hacer al principio, y el animal de atacar no paraba, recorde en medio de la aflicción una tecnica que en algun lugar escuché y procedí a ejercerla para ver si funcionaba, levanté de la cola al perro y en el momento dejo de morder desorientado.
La dueña tomo a su mascota y sin que nadie se diera cuenta, de la escena se escurrio de inmediato, mientras a lo lejos alguien gritaba, que a una señora alguien atacaba.
Yo satisfecho por haber ayudado me agache a revisar a la señora para ver en que condiciones estaba, mientras esto yo hacia la señora de quejarde no paraba, levánto mi cabeza para ver si alguien se acercaba, y me sorprendio la manera en que la demas gente me miraba. No le puse atencion a eso, pues yo sabia que lo correcto era lo que hacia, ayudar a una pobre señora que por un feroz perro habia sido atacada.
En esto yo meditaba, cuando de repente y de la nada, un seco ruido oscurecio todo y ya nada supe despues.
Dicen que un buen ciudadano, al escuchar el relajo, en ayuda de la anciana habia llegado propinando un sertero garrotazo el la cabeza al agresor de la indefensa anciana.
Y esa es la razón señores por la cual me encuentro postrado en una cama de hospital, sin saber lo que fue de aquella dueña, de aquel ciudadano y menos de aquel animal.